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DÉNIA - NO NOS RESIGNAMOS

EL PROTOTRAIDOR

Dicen las crónicas que cuando Andrax (o Audax, depende del cronista), Ditalcon y Minuros llevaron a Publio Cornelio Escipión el Africano la cabeza de su caudillo Viriato, el general romano les pagó facilitándoles el pasaporte a la eternidad, mientras profería la famosa frase “Roma no paga traidores”. Y es que en la antigüedad las cosas no solían irle muy bien al traidor de turno, porque cuando alguien había demostrado que no era de fiar, los demás intuían sabiamente que en cualquier momento podía repetir la jugada. Así que, por si las moscas, se le anticipaba al bellaco su forzoso encuentro con Belcebú, el tenebroso, para que siguiera haciendo de las suyas en el infierno, entre semejantes. A Escipión el Africano, la costumbre le vino de perillas, porque conocida su afición a quedarse con los dineros públicos, es probable que la suma prometida la destinara a engrosar sus propias arcas. Un auténtico adelantado a su tiempo, el insigne Escipión.

            Las cosas, ciertamente, han cambiado desde los tiempos de Escipión el Africano, en lo que se refiere al trato a los traidores. En la actualidad, en el mundo civilizado ya no se les corta la cabeza para echársela a los cerdos y una buena traición puede convertirse en un negocio altamente lucrativo. Hay quien obtiene de ello réditos para toda una vida de lujos e incluso hay traiciones que aseguran a los descendientes del canalla una herencia sustanciosa, que pronto hará olvidar el infamante nombre del traidor, porque en nuestros días no hay baldón que el dinero abundante no limpie de modo casi instantáneo.

            Pero en un mundo cada vez más competitivo, hasta para ser traidor de pro hay que reunir una serie de condiciones, que permitan descollar entre los que tienen madera de ofidio al más abyecto de entre ellos. A los defectos clásicos, la mezquindad, la cobardía y la ambición, ha de sumar el traidor un cierto grado de inteligencia, que le permita aprovechar las oportunidades que se le brindan merced a su traición. El traidor inteligente, además, ha de estar completamente desprovisto de conciencia, porque condición necesaria para destacar en su gremio es la de no perder el tiempo en excusar su conducta, con lo que podrá dedicar todos sus esfuerzos a recolectar el fruto de su canallada. Y con el dinero y la posición social, poco a poco vendrá por sí sólo el olvido de su ruindad.

            Si, por el contrario, el traidor no anda sobrado de inteligencia, en lugar de obtener los esperados beneficios de su traición, terminará siendo una marioneta a la que sólo se permita jugar el papel de bufón de quienes, en la tramoya, manejan realmente los hilos sin dar la cara, que para eso está el payaso. El traidor de inteligencia menguada pasa el día siguiendo dictados ajenos y buscando excusas para justificar su conducta, intentando así disfrazar los remordimientos de su escasa y abyecta conciencia, que no ha conseguido erradicar del todo. De ese modo, en vez de aplicarse a recoger los frutos de la traición, se pasa el día mendigando los plácemes de quienes le manejan. Con ello trata de calmar las punzadas que le causan los lamentos de sus hijos, que sufren en el colegio las burlas que los compañeros dedican a los vástagos de un progenitor traidor de poca monta. Pero el vil gusano está condenado a vivir ligado a su propia miseria por culpa de las escasas luces con que le castigó una naturaleza cicatera y sedienta de venganza hacia quienes le trajeron al mundo en colaboración con el azar, responsable último de haber escogido los genes paternos de entre un sinnúmero de candidatos, todos salidos de las cloacas.

            Este tipo de traidor de baja estofa nace de la rebelión de su cerebro de mosca endémica frente a toda una existencia acomplejada. El traidor pollino suele ser tan feo por fuera como por dentro. Al consumar su traición, el gusano se ve convertido de repente en foco de atención y se cree alguien importante. Por primera vez en su vida, todos son halagos en su presencia y él siente derretirse sus cuartos traseros, que ofrece con impudicia a sus manipuladores. En su estupidez, se considera pagado con esas lisonjas y con algún que otro almuerzo en el bar de la esquina y las palmaditas en la espalda con las que se premia a los solípedos de rebuzno. Pero cuando se da la vuelta, los dueños de su voluntad se mofan del bellaco de hospitalaria y fácil retaguardia, que siguen horadando de continuo sin que éste tan siquiera se aperciba de ello, ocupado como está en buscar justificaciones a su conducta.

A quien crea que hay un traidor de estas características en la ciudad de Denia –si es que hay quien lo cree-, le propongo un ejercicio deductivo: estudie la figura de su candidato a ver si es persona de condición canallesca, reconocida protervia y poco seso; analice si sus palabras, actos y escritos no son más que un constante intento de hallar peregrinas justificaciones a su conducta y valore si pueden responder a impulsos del propio magín o si se intuye en ellos la intervención de terceras personas de mayor inteligencia; finalmente, recuerde si su aspirante a traidor señalado se ha llenado de fatua vanidad en unos días en los que ha podido tener cierto protagonismo, compruebe si sus servicios ya están siendo premiados con el desprecio más absoluto por parte de esas terceras personas que lo manejan y si estos se han reído de él al darle treinta monedas de plata con plena conciencia de que mañana se las van a quitar. Y si efectivamente concluye que se dan todas esas circunstancias, podrá deducir que ha acertado en su elección del prototipo del traidor de pocas luces; EL “PROTOTRAIDOR” con mayúsculas.

 

Yo Claudia.

4 comentarios

Anónimo -

No te enteras colega. ¿es que te has visto retratado, tu o algun compinche?

Anónimo -

Este articulillo es un refrito del exalcaldeso de hace unos meses (ya huele) que como siempre ve la paja en ojo ajeno y no la viga en el propio.

Karmen -

BUENO, BUENO, BUENISIMO.
EL MAS GRANDE RETRATISTA, NO HUBIERA DEFINIDO SU ALMA CON MAS PRECISION. (Y LA DE SUS COMPINCHES)

P.D. -

Y también hay que decirle al prototraidor estas dos verdades: "Contra la estupidez hasta los dioses luchan en vano" "Tú, tus directores empresariales y tus "po cholos" amigos, sois prescindibles a la sociedad"